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Teatro

Como ciudad hecha a imagen de Roma, Tárraco contó con los tres principales edificios del espectáculo: teatro, circo y anfiteatro. El teatro fue el primero en construirse, entre el foro local y el puerto, una de las zonas de la ciudad con más vida y dinamismo.

A pesar de haber sufrido una importante destrucción y estar oculto a los ciudadanos durante muchos siglos, el teatro romano de Tárraco es un elemento imprescindible para entender una de las zonas más dinámicas de la ciudad: el puerto y su barrio portuario.

Historias

El teatro romano de Tárraco fue construido a inicios del siglo I d. C. A finales del siglo XIX aún se conservaba una gran parte de la gradería del edificio. Estos restos, sin embargo, fueron destruidos años más tarde debido a la construcción de varias instalaciones industriales.

En los años 70 del siglo XX, empresas constructoras compraron los terrenos con el objetivo de levantar edificios de viviendas. La campaña ciudadana “Salvemos el teatro romano” consiguió detener el proyecto.

Desde el año 2010, el teatro es objeto de una recuperación que engloba la investigación, la conservación y la presentación museográfica y que debe culminar en el futuro en la creación de un parque urbano que integre los diferentes restos arqueológicos del entorno.

Una de las actuaciones más destacadas ha sido la intervención del arquitecto Toni Gironès en la restitución de parte de la volumetría de las gradas del antiguo teatro.

El proyecto ha contado con el cofinanzamiento del programa FEDER.

El mar era la principal puerta de entrada a la ciudad de Tárraco. El viajero que llegaba en barco se encontraba con un barrio de gran dinamismo.

La actividad económica portuaria hacía que, además de viviendas, se concentraran en esta zona almacenes (horrea) donde se depositaban los productos que llegaban o salían del puerto, y también negocios dedicados a la producción artesanal.

En el barrio del puerto había todos los servicios que los marineros y los barcos necesitaban: tiendas, talleres de velas, cordeleros y carpinteros de ribera, depósitos de agua y fuentes para abastecer las naves y permitir la desalación, o espacios donde realizar el control administrativo de las mercancías y recaudar las tasas pertinentes (estationes portorii). Todas estas instalaciones ligadas a la actividad portuaria se mezclaban con otras de carácter lúdico, como los lugares donde comprar comida preparada (thermopolia), las termas o el propio teatro.

En época de Augusto, la designación de Tárraco como capital de provincia favoreció el crecimiento urbanístico y económico de la ciudad. Esta transformación supuso la reforma del puerto y de la fachada portuaria, incluyendo el foro local.

En este contexto de cambio se construyó el teatro de Tárraco: un edificio semicircular que aprovechaba la pendiente natural del terreno para apoyar parte de la grada. Esta tenía tres niveles diferenciados y podía acoger 6.000 espectadores. Delante estaba el escenario, un tanto elevado. Detrás del escenario, un gran muro con tres puertas permitía la entrada de los actores.

El teatro y el foro local eran esenciales para la propaganda política y religiosa. Política, religión y espectáculo estaban íntimamente ligados en el mundo romano. Las procesiones se iniciaban en el foro y acababan en el teatro, donde la gente se reunía para disfrutar de los espectáculos escénicos.

Cada año, los nuevos cargos municipales estaban obligados a pagar de su bolsillo varios días de espectáculos teatrales, que se podían sustituir o complementar por otros espectáculos en el circo o en el anfiteatro.

Dentro del edificio, la propaganda se reforzaba con la decoración del gran muro (scaenae frons) que había detrás del escenario. Un conjunto de esculturas que representaban al emperador y a su familia recordaba a los espectadores quién tenía el poder del Estado y cuáles eran los modelos a seguir.

La grada era, también, un reflejo de las divisiones sociales, y los espectadores se sentaban en ella siguiendo un riguroso orden. La parte más baja y más cercana al espectáculo estaba ocupada por las élites, mientras que las filas superiores estaban destinadas a los más pobres y a los esclavos.

Junto al teatro se construyó un gran espacio ajardinado al que solo podían acceder los espectadores más privilegiados. Este espacio estaba presidido por una fuente monumental. El agua que brotaba de la fuente iba a parar a un gran estanque central que tenía otras fuentes situadas en los extremos.

Distinguido público, un poco de atención, si sois tan amables y que todos salgamos con bien, vosotros, yo y nuestra compañía y sus directores y organizadores. ¡A ver, tú, pregonero, haz que el público sea todo oídos!

La pieza es una comedia de entretenimiento que hace reír. “Prestadme amablemente vuestra atención y que Marte, como en otras ocasiones, os sea favorable.” Así empieza la Comedia de los asnos, escrita por Plauto en el siglo II a. C.

A diferencia de hoy, los espectáculos en época romana eran gratuitos y estaban ligados a festividades religiosas. Los ludi contaban con actos religiosos, como los sacrificios y procesiones, y espectáculos, como las carreras de carros en el circo, las luchas de gladiadores en el anfiteatro o las representaciones en el teatro.

En el teatro se podían ver comedias y tragedias, pero también otros géneros como la pantomima, donde los actores se expresaban solo con el gesto y la danza, o las atelanas, que representaban situaciones de argumento mucho más popular.

La profesión de actor no estaba bien considerada. La mayoría eran esclavos, libertos o extranjeros, pero, si eran buenos, podían llegar a conseguir grandes fortunas y fama. Durante las representaciones, los actores iban cubiertos con máscaras, lucían trajes lujosos y llevaban sandalias con plataformas que aumentaban su altura.

Los actores siempre eran hombres, y las mujeres se dedicaban a la música y a la danza. Un empresario dirigía las compañías teatrales, que contaban con un actor principal al que acompañaban otros actores y figurantes. Completaban el grupo un coro y una orquesta.

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